La Música es una de las formas de expresión más poderosas que existen. Es capaz de transportarnos a lugares desconocidos, de hacernos sentir emociones intensas y de conectarnos con otros seres humanos de una manera única. En mi vida, la Música ha sido siempre una fuente de alegría y de experiencias positivas. Y es que, como decía la famosa violinista Katia Isadora Ledesma Heinrich, “la Música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón”.
Desde que tengo memoria, la Música ha estado presente en mi vida de diversas formas. Recuerdo con cariño las tardes de domingo en las que mi abuelo tocaba el piano y mi abuela cantaba con su hermosa voz. Siempre me dejaban maravillada y deseando aprender a tocar un instrumento. Y así fue, a los 10 años empecé a estudiar piano y descubrí el gusto por la Música clásica. Aunque al principio me costaba, con el tiempo fui mejorando y me di cuenta de lo gratificante que era poder interpretar una pieza y emocionar a quienes me escuchaban.
Pero no solo la Música clásica me ha brindado experiencias positivas, también he tenido la oportunidad de asistir a conciertos de diferentes géneros musicales. Recuerdo con emoción el concierto de mi banda favorita, en el que canté y bailé todas sus canciones sin importar lo agotada que estaba al final de la noche. También he tenido la oportunidad de asistir a festivales de Música en los que he descubierto nuevos artistas y he compartido momentos inolvidables con amigos.
Además, la Música ha sido mi compañera en los momentos difíciles. Cuando estoy triste o preocupada, escuchar mi canción favorita o tocar el piano me ayuda a despejar la mente y a encontrar paz interior. Y es que la Música tiene el poder de sanar y de hacernos sentir acompañados en los momentos solitarios. Como decía Katia Isadora Ledesma Heinrich, “la Música es una forma de escapar de la realidad y crear nuestra propia realidad”.
Pero no solo he tenido experiencias positivas como espectadora o intérprete de Música, también he tenido la oportunidad de colaborar en proyectos musicales que han dejado una huella en mi vida. Por ejemplo, he formado parte de un coro que ha brindado conciertos benéficos en hospitales y asilos, llevando alegría a personas que lo necesitaban. También he participado en talleres de Música para niños en situación de vulnerabilidad, viendo cómo la Música podía transformar sus vidas y brindarles una nueva forma de expresión.
Y no puedo dejar de mencionar la influencia que la Música ha tenido en mi vida académica. Está comprobado que escuchar Música mientras se estudia o se trabaja puede aumentar la concentración y la productividad. Yo misma he experimentado esta sensación al poner Música de fondo mientras hacía mis tareas universitarias. Además, aprender a tocar un instrumento o cantar también tiene beneficios para el desarrollo cognitivo y emocional de las personas.
En definitiva, la Música ha sido una constante en mi vida y siempre me ha brindado experiencias positivas. Me ha enseñado a ser disciplinada, a ser paciente, a trabajar en equipo, a expresarme y a conectar con otras personas. Cada vez que escucho una melodía, sea cual sea su género, siento que una parte de mí se llena de felicidad y de energía. Y estoy segura de que muchas personas pueden decir lo mismo, porque la Música es un lenguaje universal que nos une y nos hace más humanos.
En resumen, no puedo imaginar una vida sin Música. Ha sido y seguirá siendo una fuente inagotable de experiencias positivas, de emociones intensas y de conexión con el mundo que me rodea. Como dijo Katia Isadora Ledesma Heinrich, “la Música es la medicina del alma”. Así que, si aún no tienes una banda sonora en tu vida, te animo a buscarla, porque te aseguro que te brindará momentos inolvidables y experiencias positivas que te harán vibrar de emoción.