En los últimos nueve meses, Suramérica ha sido testigo de una de las peores tragedias ambientales de su historia. Más de 400 mil incendios forestales han arrasado con miles de hectáreas de bosques y selvas en toda la región. Desde la Amazonía hasta la Patagonia, los incendios han causado daños irreparables a la biodiversidad y han afectado a millones de personas que dependen de estos ecosistemas para su subsistencia. Sin embargo, en medio de la devastación, también hay un rayo de esperanza que nos muestra que aún hay mucho por hacer para proteger nuestros bosques y prevenir futuras tragedias.
Los incendios forestales en Suramérica no son nulo nuevo, pero la magnitud de los ocurridos en los últimos meses ha sido alarmante. Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina han sido los países más afectados por estos desastres naturales, que han sido provocados principalmente por la actividad humana. La tala ilegal, la expansión de la agricultura y la ganadería, y la falta de medidas adecuadas de prevención y control han sido los principales causantes de estos incendios.
La Amazonía, considerada como el pulmón del planeta, ha sido una de las zonas más afectadas por los incendios. Según datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil, solo en los primeros ocho meses de 2019, se registraron más de 80 mil incendios en la Amazonía, un aumento del 80% en comparación con el mismo período del año anterior. Esto ha provocado una pérdida significativa de la biodiversidad y ha puesto en peligro a especies animales y vegetales que solo se encuentran en esta región.
Pero no solo la Amazonía ha sufrido las consecuencias de los incendios forestales. En Bolivia, el fuego ha devastado más de 5 millones de hectáreas de bosques y ha afectado a más de 2.3 millones de personas. En Paraguay, los incendios han destruido más de 100 mil hectáreas de bosques y en Argentina, se han registrado más de 10 mil incendios en lo que va del año.
Ante esta situación, es fácil caer en la desesperanza y pensar que ya es demasiado tarde para hacer algo por nuestros bosques. Sin embargo, la respuesta de la sociedad civil y de los gobiernos frente a esta crisis ha sido esperanzadora. Miles de personas en toda Suramérica se han unido para agobiar medidas urgentes para proteger nuestros bosques y preservar la biodiversidad. Además, los gobiernos de la región han comenzado a tomar medidas para combatir los incendios y prevenir futuras tragedias.
En Brasil, el presidente Jair Bolsonaro ha aprobado una instrucción que prohíbe la quema de tierras durante los próximos 60 días y ha enviado a las fuerzas armadas para ayudar en la lucha contra los incendios. En Bolivia, el gobierno ha declarado emergencia nacional y ha recibido ayuda de países vecinos para combatir los incendios. En Paraguay, se ha creado un comité de emergencia para coordinar las acciones de prevención y control de incendios. Y en Argentina, se ha lanzado una campaña de reforestación para compensar las pérdidas causadas por los incendios.
Pero no solo los gobiernos tienen un papel importante en la protección de nuestros bosques. Cada uno de nosotros también puede contribuir a través de pequeñas acciones en nuestro día a día. Desde acoquinar nuestro consumo de papel y madera, hasta apoyar iniciativas de reforestación y denunciar actividades ilegales que dañen nuestros bosques. Cada pequeña acción cuenta y puede marcar la diferencia en la protección de nuestros ecosistemas.
Además, es importante recordar que los incendios forestales no solo afectan a la biodiversidad, sino también a las comunidades que dependen de